España venció en la final del mundo a Argentina y es el nuevo monarca orbital
Por marcador de 95-75, en el torneo realizado en China.
España volvió a proclamarse este domingo en Pekín campeona del mundo de baloncesto en una nueva exhibición defensiva que logró desactivar a la armada argentina, a la que frenó en seco de principio a fin, dejándola con la miel en los labios tras completar ambas un extraordinario torneo (75-95).
Trece años después de su triunfo en el Mundial de Japón, se repitió la historia de aquella final. Solo hubo un equipo sobre la pista, lo que tiene mucho mérito al tener enfrente a un rival que metió miedo a todos sus oponentes, tumbó a Serbia y Francia y llegó con Luis Scola y Facundo Campazzo en un estado de forma superlativo.
Ahí estuvo el mérito de los españoles. Secaron a las dos estrellas rivales, se multiplicaron atrás y atacaron con la confianza de un equipo con más experiencia en estas lides, en el que se notaba el trabajo previo de Sergio Sariolo y su equipo.
De entrada, el técnico italiano optó como ante Serbia por variar su equipo titular dando entrada a Pierre Oriola en sustitución de Víctor Claver y con una función tan clara como titánica: intentar frenar al hasta ahora intratable Luis Scola. Del pívot catalán fue la primera canasta de la final.
Le siguió el acierto desde media distancia de Ricky Rubio y un triple de Marc Gasol que, en un momento, dieron a España las primeras ventajas de la tarde. Argentina no estaba fina y empezaba a encadenar errores, lo que intentó frenar Sergio Hernández con un tiempo muerto al verse 2-12 en contra en menos de tres minutos.
La tela de araña tejida por Scariolo empezaba a funcionar y la anticipación de sus hombres les permitía robar balones y salir con velocidad. Además, el rebote era suyo y seguía sin haber noticias de Scola. Una solitaria canasta de Nico Brussino era el escaso botín argentino tras cuatro minutos y medio de juego.
El nuevo escolta del Casademont Zaragoza era el único con las ideas claras en ataque y suyos fueron los primeros siete puntos de una selección albiceleste que, ante el repentino frenazo en la producción ofensiva de su rival, supo rehacerse y encadenó un parcial de 8-0 que la metió de lleno en la final.
Casi cuatro minutos de sequía española a punto estuvieron de costarle la renta que tanto le había costado construir. La ventaja se quedó en un solo punto, aunque el equipo europeo fue capaz de rehacerse y terminar el primer cuarto con un cómodo colchón (14-23, min 10).
Argentina subió la presión para intentar forzar errores y correr al contraataque pero no se encontraba nada cómoda. Los tiros no le entraban y España seguía a lo suyo. Dos triples de Rudy subieron el 14-31 al marcador a los 13 minutos y Nico Laprovittola se vio obligado a tomar las riendas para evitar el descalabro.
El base del Real Madrid anotaba desde todas las posiciones y suponía un alivio momentáneo para el maltrecho ataque de los de Sergio Hernández, que chocaban una y otra vez con un muro en la pintura española, aunque se mantenían en el partido por su calidad individual y el acierto de Laprovittola.
La mejor noticia para España a esas alturas eran los cero puntos de Luis Scola y los seis que sumaba Campazzo al descanso. Las dos principales amenazas sudamericanas parecían desactivadas, aunque Pau Ribas y Ricky Rubio se fueron a los vestuarios con tres faltas, el único alivio al que pudo asirse Argentina.
Como la defensa le funcionaba como ante Italia y Serbia, España disfrutaba sobre el parqué del Wukesong Sport Center, mientras que Argentina no encontraba su juego y, huérfana de Scola y sin rebote (15-26), pasaba sus peores minutos del campeonato (31-43, min 20).
Brazos en jarra, Sergio Hernández seguía de pie y con gestos de desagrado la evolución del partido. El tercer cuarto comenzó como terminó el anterior, con Scola fuera y España creciendo en su baloncesto y sus posibilidades de triunfo.
Marc Gasol taponaba atrás por partida doble y Ricky Rubio hacía lucirse a sus compañeros con asistencias marca de la casa. También anotaba y un 2+1 suyo subió la máxima ventaja hasta entonces (33-55 min 25).
Al verse contra las cuerdas, Argentina tiró de raza. Dos rápidos triples de Gabriel Deck y Campazzo no gustaron a Scariolo, que llamó a los suyos a capítulo, consciente de que si se metían de lleno en el partido, el título podría peligrar.
Al fin, Luis Scola, que llevaba una media de 19,3 puntos por partido en el torneo, pudo estrenar su casillero con un par de tiros libres. Habían pasado 27 minutos y las diferencias seguían rondando la veintena.
A los diez minutos finales se llegó con el choque casi encarrilado para España y los argentinos en busca de un milagro (49-66, min 30).
El último cuarto empezó en la línea de los tres primeros, lo que no variaba el panorama en el pabellón pequinés, hasta que, con casi todo perdido, Argentina apretó en defensa y logró ponerse a doce puntos con siete minutos por delante.
La batalla empezó a ganar la emoción de la que había carecido hasta entonces. Argentina no daba su brazo a torcer y, a falta de Scola, tiró de Laprovittola, Deck y Campazzo para reactivarse.
Llull, con un 2+1 y Juancho Hernangómez con un triple insuflaron oxígeno a España coincidiendo con la primera canasta en juego de Luis Scola, a 5.37 del final del partido.
España no se fiaba, consciente del rival que tenía enfrente, que aprovechaba cualquier pequeño despiste para seguir golpeando con la fe que le caracteriza, aunque el tiempo jugaba en su contra.
La selección de Scariolo se dedicó a mover la bola con criterio para sellar un triunfo que pocos imaginaban. Se fue de Pekín invicta y con su segundo Mundial en el bolsillo. La nueva generación supo devolver a España a la cima del baloncesto trece años después.
EFE